PATRIMONIO

En esta sección iremos conociendo un poco mejor el patrimonio de nuestra población.

 

PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO

 

Los primitivos pobladores de este territorio se situaron a orillas del Guadiana; los yacimientos y hallazgos aislados más antiguos conocidos se remontan al Paleolítico Inferior y Medio, concretamente a los períodos conocidos como Achelense y Musteriense, algunos de estos yacimientos se sitúan en los alrededores de Mérida y Arroyo de San Serván. Pero en el territorio de Solana no será hasta el III milenio a.d.C. cuando se observe una ocupación estable, coincidiendo con la cultura metalúrgica del calcolítico o Edad del Cobre, en la que se producen importantes cambios relacionados con  la explotación agropecuaria, y cambios sustanciales en la organización social  transformándose en una sociedad compleja y organizada; aunque será el uso de la metalurgia lo que caracterice a este período, puesto que gracias a la utilización del cobre realizaron herramientas, armas, utensilios y adornos que les facilitaban la vida cotidiana.

 

El patrimonio arqueológico de Solana es bastante desconocido y apenas ha sido estudiado; no tenemos constatado la existencia de asentamientos anteriores a la Edad del Cobre; los yacimientos conocidos son calcolíticos, romanos y de la edad moderna. 

 

 

Los primitivos pobladores de este territorio se situaron a orillas del Guadiana; los yacimientos y hallazgos aislados más antiguos conocidos se remontan al Paleolítico Inferior y Medio, concretamente a los períodos conocidos como Achelense y Musteriense, algunos de estos yacimientos se sitúan en los alrededores de Mérida y Arroyo de San Serván. Pero en el territorio de Solana no será hasta el III milenio a.d.C. cuando se observe una ocupación estable, coincidiendo con la cultura metalúrgica del calcolítico o Edad del Cobre, en la que se producen importantes cambios relacionados con  la explotación agropecuaria, y cambios sustanciales en la organización social  transformándose en una sociedad compleja y organizada; aunque será el uso de la metalurgia lo que caracterice a este período, puesto que gracias a la utilización del cobre realizaron herramientas, armas, utensilios y adornos que les facilitaban la vida cotidiana.

 

El patrimonio arqueológico de Solana es bastante desconocido y apenas ha sido estudiado; no tenemos constatado la existencia de asentamientos anteriores a la Edad del Cobre; los yacimientos conocidos son calcolíticos, romanos y de la edad moderna. 

 

Guía del castillo de la Alameda y su entorno (Museo de los Orígenes, Madrid)
Guía del castillo de la Alameda y su entorno (Museo de los Orígenes, Madrid)

Los asentamientos calcolíticos solían estar formados por chozas de estructura circular y con silos excavados debajo de éstas. 


 

Guía del castillo de la Alameda y su entorno (Museo de los Orígenes, Madrid)
Guía del castillo de la Alameda y su entorno (Museo de los Orígenes, Madrid)

Proceso de excavación, uso y abandono de los hoyos (“fondos de cabaña”) típicos de los poblados calcolíticos: 1. Los huecos eran normalmente excavados por los niños para así poder dejar una boca más pequeña. 2. Dentro de ellos, se conservaban los alimentos a temperatura estable y a salvo de posibles depredadores. 3. Con el tiempo, las paredes de tierra se hundían y las despensas quedaban inservibles. 4.Tanto por comodidad como por evitar una caída, los huecos se rellenaban con basura. 5. La sedimentación posterior sellaba los huecos, motivo por el que suelen contener mucha información arqueológica sobre la dieta alimenticia y los utensilios de la época.(Blog de la Asociación Cultural Amigos de la Dehesa de la Villa).

El material arqueológico más significativo hallado en estos asentamientos son las cazuelas carenadas y bruñidas, cerámica campaniforme, molederas, hachas, azuelas, perforadores, raspadores, puntas de flechas, peines, objetos de adorno, etc.; pero sin duda serán los ídolos los objetos más singulares del calcolítico, fabricados en piedra, barro o hueso, tenían un carácter religioso y ritual junto a la función protectora y benéfica.

 

Las tipologías de estas figurillas son muy variadas, destacamos los ídolos-placa, realizados principalmente en pizarra, representaban a una deidad femenina protectora. 

En el término municipal se conocen varios yacimientos calcolíticos, aunque el material que ha quedado en superficie es muy escaso y no se puede hablar con rigor de asentamientos; algunos de estos yacimientos se ubican en los parajes conocidos como los Cortinales y el Cubillo, estos asentamientos están situados en zona de viñedo junto al río y junto a otros arroyos. El material arqueológico que se aprecia en superficie es muy disperso y básicamente se reduce a fragmentos de cerámica bruñida y material lítico y su conservación es bastante deficiente debido sobre todo a las labores agrícolas que han removido la tierra y fragmentado los objetos que permanecían enterrados. Pero no hay que olvidar que muy cerca de este término, a unos 12 kms. de Solana, se encuentra uno de los poblados más importantes de la Edad del Cobre en Extremadura, conocido como la Pijotilla, que comenzó a estudiarse hace varias décadas y desde entonces el yacimiento ha sido excavado en varias campañas arqueológicas y todavía sigue en estudio por el arqueólogo de este localidad, Victor Hurtado Pérez, aportando nuevos datos sobre el calcolítico de la zona.  

 

En cuanto a las culturas prerromanas no se ha documentado ningún vestigio; pero por el contrario, sí se han localizado un gran número de asentamientos rurales de época romana, debido a la gran importancia que tuvo esta cultura en las zonas próximas a la ciudad de Mérida. A partir del siglo III d.C. se produjo una crisis económica que provocó que muchas familias pudientes emigraran al campo y construyeran ricas viviendas a las que dotaron de numerosas comodidades y lujos propios de una casa urbana, hecho que influiría de forma favorable en los talleres de artesanos que vieron incrementar sus encargos, especialmente aumentaron los talleres dedicados a la realización de los mosaicos, destinados en gran parte a pavimentar los suelos de las villas, también experimentó un gran auge la alfarería, la escultura y la pintura mural que imitaba materiales como el mármol y los estucos decorativos para decorar las ricas residencias señoriales.

 

La villa romana solía estar formada por la residencia de los dueños, las habitaciones de los criados y las dependencias agropecuarias. La casa romana más común tenía un peristilo, (patio central alrededor del cual se disponían las habitaciones del dueño);  y otras dependencias como cocina, despensa, bodega, baños, etc. Otra zona de la villa era la agropecuaria e industrial, aunque esta última no existía en todas las villas. En estas dependencias se elaboraba y almacenaba vino,  se disponían los molinos de aceite y almacenes de granos, los establos y corrales, también solía haber pequeños talleres donde se realizaban sencillos objetos necesarios para las labores cotidianas en la villa. 

 

En nuestro término municipal existen varios yacimientos romanos, pero aún no están documentados por la administración autónomica: se sitúan en los parajes de el Caleño, la Pedrera, el Corral de las Vacas, el Palomar, Valdecelada, los Molinos, Caballerosetc. El yacimiento de los Castillejos es uno de los más conocidos por los restos arqueológicos existentes en superficie que evidencia la existencia de una villa residencial. Por el contrario, sí está estudiado y documentado el yacimiento de Panes Perdidos, gracias a la excavación realizada en la década de los sesenta dirigida por el arqueólogo Eugenio Sandoval.

 

 Fragmentos de terra sigillata
Fragmentos de terra sigillata

La mayoría de estos yacimientos pertenecen al período del Bajo Imperio roman, se encuentran en zona de viñedo y olivar sobre una ligera elevación y cercanos a algún arroyo. En la superficie de estos asentamientos se aprecian restos muy fragmentados de tejas, baldosas de pavimento, cerámica común y terra sigillata; en pocos casos existen estructuras visibles en superficie. El nivel de conservación del material arqueológico es muy deficiente debido sobre todo al expolio sufrido para aprovechar el material de construcción y a las labores agrícolas con la constante remoción de tierra.

El yacimiento de los Castillejos se ubica en un viñedo sobre una elevación junto a la ribera del Guadajira. Los materiales existentes en superficie son muy diversos, los más significativos son los materiales de construcción propios de una villa de cierta entidad como sillares, un dintel, basas, tambores de columnas de granito, tejas, losas de pavimento, cerámica común, terra sigillata, etc. En cuanto a estructuras se observa en superficie un muro de opus caementicium que podría ser un dique de contención.

Al parecer se hallaron en algunas fosas de enterramiento, una pequeña vestal de bronce y un amuleto fálico, conservados en el Museo Arqueológico de Cáceres.

 

 

 

El otro yacimiento importante conocido en este término es la villa de Panes Perdidos, todavía se aprecian restos de cerámica y material de construcción en superficie. Esta villa está vinculada al yacimiento del Corral de las Vacas, lo que indica la posibilidad de la existencia de un amplio corral en el centro de las construcciones que formaban el complejo constructivo y a su alrededor se situaba el  fundus. El yacimiento se ha visto afectado en varias ocasiones por obras, una de las últimas fue el acondicionamiento del camino viejo de Badajoz en la que se realizó un ligero desmonte que afectó a las estructuras de muros y a posibles enterramientos, quedando a la vista en el corte del camino resto de huesos. El yacimiento fue descubierto a comienzos de los sesenta cuando se estaban llevando a cabo una serie las labores agrícolas en ese lugar y fue excavado por el arqueólogo Eugenio García Sandoval en 1963.[1] El arqueólogo llegó a Mérida de la mano de Gratiniano Nieto Gallo y dirigió las excavaciones de urgencia de la ciudad; pero también dirigió otras excavaciones entre los años 1964 y 1968 en la Casa del Anfiteatro y en la Casa del Mitreo, así como la villa que ahora nos ocupa. La villa presentaba un mal estado de conservación debido a los trabajos agrícolas desarrollados a lo largo de los años. El edificio excavado conservaba dos habitaciones rectangulares separadas por un muro de mampostería muy pobre y de unos dos metros de anchura; el suelo estaba cubierto por mosaicos polícromos y muy deteriorados. Uno de ellos con decoración geométrica y vegetal; y el otro con escenas figurativas. Se intentó ampliar la zona de excavación pero las calicatas dieron resultados nulos apareciendo sólo restos fragmentados de material de construcción y cerámica. La extracción y consolidación de los mosaicos se llevó a cabo en 1964 y desde entonces se conservan en el palacio del Marqués de la Encomienda en Almendralejo, donde se realizó la restauración que junto con la excavación fueron sufragadas por Mariano Fernández-Daza

 

Los mosaicos son del siglo IV d.C. y presentan varias irregularidades en su estructura compositiva propias de los talleres menores de la ciudad de Mérida. Para la descripción de los mismos hemos seguido el interesante trabajo realizado por José María Álvarez Martínez y Trinidad Nogales. [2]

 

 

Mosaico ornamental

(Medidas: 463 cms de longitud máxima y 378 cms de anchura)

 

El mosaico presenta bastantes irregularidades en la disposición de los elementos decorativos y varias reparaciones de la época. La decoración es básicamente geométrica usando colores como el blanco, negro, rojo, amarillo y verde que crean varios motivos yuxtapuestos. 

 

En la zona donde se situaba el umbral se dispone una línea de arquitos con florecillas cruciformes en su interior, los arquitos van disminuyendo de forma irregular en los extremos para adaptarse al marco compositivo. Seguidamente otra línea decorativa con rombos rematados en peltas con volutas. 

 

Otros motivos decorativos son cuadrados inscritos dentro de círculos con diferentes figuras en su interior. 

 

A continuación otra cenefa con peltas opuestas en cuya unión forma una elipsis y cuadrados con decoración interna a base de flores de cuatro pétalos, espartería, retícula y crátera. 

El motivo más característico del mosaico son los rombos, a veces separados por cuadrados y otras veces por estrellas; los cuadrados decorados en su interior con nudos de Salomón o elementos de espartería y las estrellas decoradas con flores de cuatro pétalos, nudos de Salomón, motivos cruciformes y elementos de espartería.

 

 

 

Mosaico figurativo

(Medidas: 715 cms de logitud y 592 cms de anchura)

 

El mosaico presenta decoración figurativa relacionada con la representación alegórica de las estaciones del año, pero está muy deteriorado. Las teselas son de color blanco, azul, rojo, amarillo, gris, verde, rosa y naranja. El marco está compuesto por una  línea azul oscura con peltas rojizas que rematan en volutas de tono azul oscuro; también destacan elementos decorativos como los nudos de Salomón, motivos en aspas, retículas, círculos con radios, cuatrifolios, flores cruciformes, trenzados, espartería, etc.

 

Se describen varias escenas figurativas que se desarrollan dentro de cuadros enmarcados por trenzados que aluden a la vida campestre de la villa y a las estaciones. 

 

En una de las esquinas del cuadro central se sitúa una escena de temática cinegética donde aparece un árbol muy esquemático como fondo y en el plano principal un caballero de pie en posición frontal que sujeta las riendas del caballo y acaba de cazar a un ciervo que aparece muerto en el suelo.

La composición contigua está muy deteriorada y se aprecian las piernas de una figura que podría ser un Eros caminando y desnudo con manto agitado por el viento y un paisaje esquemático de fondo.

El cuadro siguiente también está en muy mal estado y representa la posible alegoría de la Primavera con corona de flores en la cabeza. 

 

 

En la segunda esquina se representa una nueva escena cinegética muy similar a la anterior donde el cazador ha dado muerte a un corzo.

 

Otra representación muestra una figura femenina sentada trenzando una corona de flores que podría ser una imagen alegórica o la representación de la domina del fundus.

 

En otro cuadro encontramos un busto que corona su cabeza con hojas de parra y posiblemente sea la alegoría de la estación otoñal.

 

En la tercera esquina observamos una escena de caza muy mal conservada en la que se aprecia un jabalí abatido y otros elementos muy similares a las escenas cinegéticas anteriores. 


 

En otra escena hallamos de nuevo a un Eros alado en actitud de marcha, está desnudo aunque sujeta la túnica sobre un hombro y levanta su mano derecha con una cesta llena de frutos. 

Las dos escenas siguientes se han perdido por completo pero seguramente una de ellas era de temática cinegética.

Los dos últimos cuadros están muy deteriorados, en uno de ellos se aprecia una cabeza que podría ser un Eros.

La última escena muestra una figura con velo que sostiene una caña y representaría la alegoría del Invierno.

Las figuras que decoraban la parte central del mosaico se han perdido íntegramente siendo imposible averiguar su contenido, pero sin duda  estaban  relacionados con las escenas que las rodeaban.

 

A comienzos del siglo XX se hallaron en el término de Solana varias piezas arqueológicas romanas y visigodas que fueron adquiridas y estudiadas por Don Mariano Carlos Solano, Marqués de Monsalud. El noble estudioso de las antigüedades había nacido en Madrid en 1858 y heredado de su padre en 1886 el título de V Marqués de Monsalud; diez años más tarde formaría parte de la Real Academia de la Historia como académico de inferior categoría y no sería elegido académico hasta 1898. A la muerte del padre, el Marqués y su madre eligieron como residencia el palacio de Almendralejo donde vivió a partir de entonces realizando excursiones arqueológicas por los pueblos extremeños en busca de “novedades epigráficas” como así se lo cuenta en una carta al Padre Fidel Fita, académico y amigo: “Mi respetable y querido maestro: de vuelta de mi cabalgada por los pueblos de Salvatierra, Almendral, Los Antrines, La Torre, Nogales, La Parra, La Morera, Barcarrota, Jerez de los Caballeros, Santa Ana, El Valle, Salvaleón, La Corte, Solana, Aceuchal, Santa Marta & en busca de novedades epigráficas ... Como algunas piedras he podido adquirir para mi coleccionilla en esta casa de Almendralejo, espero que vayan llegando para poder sacar los calcos que le iré remitiendo. Por lo menos eso se salvará de ruina cierta. Dá pena el ver en cada pueblo desaparecidas, sin señal, ni noticia, las más de las inscripciones publicadas” [3]

Su colección de piezas iría aumentando con el tiempo y formando parte de su gran colección de objetos arqueológicos y artísticos que por desgracia desaparecieron en su mayor parte. Hizo varias excursiones a Solana, en otra carta al Padre Fita dice: “Mañana, Dios mediante, iré á Solana en donde tengo noticia de un objeto de mármol que pudiera ser un ‹‹puteal›› por la descripción. También necesito ver un sitio en que han sacado sillares, por si sale alguna inscripción.

Mucho siento el estado lamentable de la loseta de Solana que hubiera sido interesante. Estaba en el piso, junto a la puerta!” [4]

 

Monsalud no vuelve a hacer referencia al “puteal[5] de mármol en sus cartas al Padre Fita, y en relación con lla loseta de piedra caliza hallada en Solana explica en uno de sus informes que tenía unas medidas 36 cms de anchura por 33 cms de altura, no tenía fecha y el texto estaba fragmentado y sólo se podía leer: “ ] SL * / ] RA/ ] RIA / ] VA.” [6]

En otra carta dice: “Tengo una vaga esperanza de hallar una inscripción visigótica en La Parra, procedente de Solana de los Barros, en donde me hablaron de una cruz de piedra con letras hallada allí, en Solana. En el idioma indigena, una semejante cruz pudiera ser lapida con su correspondiente crismón” [7]

Esta inscripción probablemente no llegó a manos del estudioso y si así fue seguramente sería falsa lo mismo que otras cinco incripciones de época visigoda y publicadas en el Boletín de la Real Academia que al parecer procedía de Solana y que según Mallon y Marín eran falsas. [8]

 

A partir de la publicación de Las inscripciones publicadas por el Marqués de Monsalud (1897-1908) en 1951 por los paleógrafos Jean Mallon y Tomás Marín la credibilidad del estudioso quedó en entredicho. Los autores realizaron un riguroso estudio de las inscripciones publicadas por el Marqués. En el prólogo del libro le acusan de hacer unas transcripciones “al golpes de lecturas arbitrarias o imposiciones, que completaba con suplementos tan imposibles y arbitrarios como aquéllas... Leía sin inmutarse calcos donde el texto había salido muy mal o, simplemente, no había salido; originales donde la inscripción se hallaba casi del todo borrada; incluso veía inscripciones sobre piezas en las que nunca había existido. Hasta falsos, que por sus solos  caracteres externos hubieran debido ser rechazados al primer golpe de vista, eran acogidos en su colección y publicados por él en el Boletín sin reservas de ninguna clase.”[9]

Mallon y Marín también hacen referencia a que Monsalud, en los tres años que precedieron a su nombramiento como académico, hizo un gran acopio de piezas arqueológicas y sus correspondientes publicaciones y que tras su nombramiento se volvió más perezoso a la hora de salir de excursiones arqueológicas y  de ofrecer datos importantes  sobre las piezas adquiridas: “Los tres años preacadémicos se caracterizan por un gran esfuerzo para hinchar su producción... Las cosas van a cambiar en los años que siguen a su entrada en la Academia... Espera en casa los calcos que le envían y las piezas que le sirven a domicilio, sin saber otra cosa sobre la procedencia de las mismas sino lo que dice la gente, lo cual es muchas veces inexacto.”[10]

En los últimos años de vida del marqués llegaban a sus manos una gran cantidad de piezas falsas realizadas en un taller, muchas de ellas las publicó como verdaderas y otras las fue almacenando. “Pero lo sorprendente del caso  es que, después de haber visto y publicado centenares de piezas auténticas, no llegara Monsalud a formase un juicio suficiente, al menos, para no dejarse engañar tantas veces en estos postreros años de su vida, siendo aún bastante joven. Los exiguos restos que se conservan de los falsos adquiridos por él ponen más de manifiesto su increíble ingenuidad, pues el aspecto grosero de la fabricación de los mismos hubiera debido impresionarle desde el primer momento.”[7]            

El trabajo de estos dos autores ha sido muy valorado por los investigadores debido a su reconocido prestigio y “ha sido aceptado en los medios arqueológicos como un evangelio y sobre él se ha basado conclusiones ulteriores particulares y generales acerca de importantes puntos de arqueología y de onomástica” [11]

 

En ese mismo año Tomás Marín publicó en la Revista de Estudios Extremeños  El V Marqués de Monsalud y su colección de Almendralejo” donde se excusaba en parte diciendo que quizás podían haber parecido algo injustos al enjuiciar la obra científica del Marqués y un poco duros en las conclusiones, pero que la intención era la de darle al trabajo un rigor científico, dice que quizás destacaron demasiado sus defectos que oscurecieron la obra del académico y no destacaron sus posibles méritos.  En este artículo dice que Monsalud tenía una gran cultura y “un talento superior”, también comenta que era un gran erudito en materias históricas, destacando la gran importancia que tiene su colección para la arqueología y el valor de sus descubrimientos epigráficos que lo acreditaron como un reconocido arqueólogo.


En 1970 Carlos Callejo Serrano publicó en la Revista de Estudios Extremeños un trabajo titulado Inscripciones del Museo de Cáceres, publicadas por Monsalud y por Mallon y Marín” en el que hace referencia a los trabajos publicados por Mallon y Marín sobre las inscripciones de Monsalud. Callejo elogia el trabajo riguroso y científico llevado a cabo por estos dos autores pero al mismo tiempo los crítica por algunas de las afirmaciones que realizaron sobre el estudioso como que “el valor del testimonio de Monsalud prácticamente debe de ser considerado como nulo”[12]  y las acusaciones indirectas de farsario que hicieron recaer sobre él. Callejo dice que para emitir un juicio crítico de una obra hay que tener en cuenta el global de la misma y no centrarse sólo en los fallos; también califica a la obra de Marín como “palidonia” que enmendó algo el daño hecho con la publicación anterior al reconocer sus méritos y la contribución que sus inscripciones han aportado a la arqueología y epigrafía española.  De las dieciséis inscripciones que se conservan en el museo de Cáceres publicadas por Monsalud, la mitad de ellas tienen una trascripción y traducción  bastante correcta, por ello se puede llegar a pensar que es probable  que ocurra lo mismo con el resto de las inscripciones publicadas por el estudioso, aunque queda claro que su obra debe manejarse con precaución debido a que el autor se preocupaba más por las formas que por el contenido, es decir que no trataba las inscripciones con rigor científico, preocupándose más por hacer una traducción bonita que centrarse en lo que allí podía decir.

En 1997 Luis García Iglesias publicó “El noble estudioso de Almendralejo” basado principalmente en la correspondencia que el académico mantuvo con el Padre Fidel Fita. En su obra también encontramos referencias sobre la fiabilidad de las transcripciones de académico y dice que “Monsalud merecía muchas veces el crédito que Mallon y Marín le negaban por principio sin demasiada justicia”.[13]

 

 

Por todo esto y sin entrar en debates de autenticidad y rigurosidad científica ya expuesta por autores experto en la materia reconocemos el gran mérito que Monsalud tuvo al recoger una gran cantidad de objetos arqueológicos que sin duda la mayoría de ellos nunca hubieran formado parte de ningún estudio, ya que hubieran desaparecido. Sin embargo en la actualidad la mayoría de estas piezas tienen un paradero desconocido porque a la muerte del Marqués su colección fue desapareciendo y no existe responsables directos de semejante acción. Callejo Serrano dice que hay que tener un cierto respeto a su obra a la que dedicó una gran parte de su vida investigando y coleccionando, también explica que como epigrafista el autor tiene relativo crédito, pero no tan poco como le dieron  Mallon y Marín en su libro. Monsalud pudo cometer muchos errores a entusiasmarse demasiado con las inscripciones y hacer quizás traducciones muy precipitadas, pero sin duda su reconocimiento mayor radica como hemos dicho en su empeño por salvar una gran cantidad de piezas  del olvido y la destrucción.

 

A continuación haremos referencias a todas aquellas inscripciones publicadas por Monsalud en el Boletín de la Real Academia de la Historia halladas en el término municipal de Solana, aunque según Mallon y Marín todas eran falsas tanto las romanas como las visigodas.

 

1.LOSA:

 

Material: Pizarra negra.

Medidas: 42 cms de cuadrado.

Origen: Solana de los Barros.

Paradero: Desconocido.

Nota: La pieza tenía un grabado de gran calidad en el centro que representaba el busto de una mujer con corona de laurel y sobre ella la inscripción. 

Inscripción: K A L I O P E  [14]

 

2.LOSA:

 

Material: Pizarra.

Medidas: 40 cms de anchura y 30 cms de altura.

Transcripción:

“D(is)  m(anibus)  [s(acrum)].  L(ucius) Cunde Zoticus.  Pius pater pius in suis, vixit ann(orum)  LXXXXII.  H(ic) s(itus) e(st). S(it) t(ibi) t(erra) l(evis).”  [15]

Traducción:

“Consagrado á los dioses manes. Lucio Cunde Zótico. Pío á su padre piadoso entre los suyos, que vivió 92 años. Aquí descansa. Séate la tierra ligera”.

Origen: Solana de los Barros.

Paradero: Desconocido.

Nota: La losa estaba rota en el ángulo superior izquierdo.

 

3.TEJA PLANA:

 

 

Material: Barro cocido.

Medidas: 60 cms de anchura y 46 cms de altura.

Transcripción:

“D(is) m(anibus) S(acrum). A(ulus) Junius Megalia Hirme italicen(si) an(norum) LXXVI. Filio meo feci. H(ic) s(itus) est. S(it) t(ibi) t(erra) l(evis).”  [16]

Traducción:

“Aulio Junio Megalia, hice este monumento á mi hijo Hermes, natural de Itálica, de 76 años de edad.”

Origen: Solana de los Barros.

Paradero: Desconocido.

 

 

4.BALDOSA:

 

Material: Barro cocido.

Medidas: 30 de anchura y 35 de altura.

Transcripción:

“D(is) m(anibus) S(acrum).  Matidiae Q(uinti)  Traio fil(iae) uxor(i) d(ecore) et castis(ima)e Caesaris libertae m(aritus) fecit an(norum) LVI.  S(it) t(ibi) t(erra) l(evis).”  [17]

Traducción:

“Consagrado á los dioses manes de Matidia, hija de Quinto Traio, su mujer, bella y castísima, liberta de César, de 56 años de edad. Su marido dedicó el monumento. Séate la tierra ligera”.

Origen: Solana de los Barros.

Paradero: Desconocido.

 

5.BALDOSA:

 

Material: Barro cocido.

Medidas: 27 cms de anchura y 37 de altura.

Transcripción:

“D(is) M(anibus) s(acrum).  Rufus Junius infanti, vixit  a(nnos) duos, m(enses) decem, d(ies  quinque. Enna m(ater) fecit  b(ene) m(erenti) f(ilio).”  [18]

Traducción:

“Consagrado á los dioses manes. A Rufo Junio, niño; vivió 2 años, 10 meses y 5 días. Su madre Enna dedicó el monumento á su hijo benemérito.”

Origen: Solana de los Barros.

Paradero: Desconocido.

 

 

6.BALDOSA:

 

Material: Barro cocido.

Medidas:  25 cms de anchura y 38 de altura. 

Transcripción:

“D(is) m(anibus) s(acrum). Terencia Evinia D(omitia?) mater et C(aecilius?) et Manci,  an(n)orum XVI,  m(ensium) VII, d(ierum) III.  S(it) t(ibi) t(erra) l(evis). De S(uo).”  [19]

Traducción:

“Consagrado á los dioses manes de Terencia Evinia, de 16 años, 7 meses y 3 días, hicieron este monumento á su costa, Domicia, su madre, Cecilio piadoso y Mancio. Séate la tierra ligera.”

Origen: Solana de los Barros.

Paradero: En 1951 se encontraba en el Instituto Valencia de Don Juan en Madrid.

Nota: Mallon y Marín explican  que la baldosa sufrió una rotura y sólo se podía leer:  d · m [ · ] | terenc [·····]  d  m  [···  . Parece se que Monsalud olvidó la palabra pius en su trascripción.

 

7. SIGNO MILITAR:

 

Material: Bronce.

Transcripción:

“S(enatus)  p(opulus(q)ue) r (omanus).”  [20]

Traducción:  “El Senado y el pueblo romano.”

Origen: Solana de los Barros.

Paradero: Desconocido. Existía una fotografía de la pieza propiedad de Rafael Casulleras de Barcelona quien en 1930 adquirió los restos conservados de la colección del Marqués.

Nota: La insignia militar presentaba en la parte superior una pequeña imagen de águila con alas desplegadas símbolo del poder imperial y en la parte inferior dentro de un círculo la inscripción. Monsalud pensaba que se podía tratar de “la insignia de uno de los manípulos pertenecientes á las legiones quinta ó décima que tuvieron su cuartel en Mérida”. Según Mallon  y Marín la procedencia de Solana de los Barros es muy dudosa.

 

 

8. LÁPIDA:

 

Material: Mármol blanco.

Medidas: 15 cms de anchura y 26 cms de altura.

Trascripción:

“D(is) m(anibus) s(acrum). Cileus Saenoni an(n)orum XV, m(ensis) I. F(atis) Apulus Falco v(otum) s(olvit) l(ibens) m(erito).”  [21] 

Traducción:

Consagrado á los dioses manes de Cileo Cenón, de 15 años y un mes. A las Hadas Apulo Falcón cumplió gustoso el voto que había hecho.”

Origen: Solana de los Barros.

Paradero: Desconocido.

Nota:  Según Mallon y Marín queda por demostrar la autenticidad de la inscripción.

9. LÁPIDA:

 

Material: pizarra negra.

Medidas:  41 cms de anchura y 41 cms de altura.

Transcripción:

“D(is) m(anibus) s(acrum). J(unio) Spec[u]lar(is) l(iberto) qui v[i]xit an(nis) XXI. M(erenti)  m(ater) f(ecit) s(ua) p(ecunia). S(it) t(ibi) t(erra) l(evis).”  [22]

Traducción:

Consagrado á los dioses manes. A Junio Specular liberto que vivió  21 años. Su madre á tan benemérito hijo dedicó á su costa. Séate la tierra ligera.”

Origen: Solana de los Barros.

Paradero: Desconocido.

Nota: Tenía un recuadro grabado que representaba un ara con plinto y cornisa y en el centro se ubicaba la inscripción. Según Mallon y Marín queda por demostrar la autenticidad de la inscripción.

 

De época visigoda no se conoce ningún vestigio en el término y sólo hacemos referencia a las inscripciones que el Marqués de Monsalud  publicó como visigodas:

 

10. BALDOSA:

 

Material: Barro cocido

Medidas: 37cms de anchura y 27cms de altura.

Traducción:

Marcial Primo, de 26 años, siervo de Dios. ¡Oh, tú cuyas llamas vitales con dolor del pueblo se han extinguido!” [23]

Origen: Solana de los Barros.

Paradero: Desconocido.

 

11. LOSA:

 

Material: Pizarra negra.

Medidas:  30 cms de ancho y 25 cms de altura.

Transcripción:

“Interea medium Aeneas iam classe tenebat  certus iter, fluctusque atros aquilone secabat...).”  [24]

Traducción:

Entretanto Eneas ya mantenía seguro su rumbo...”

Origen: Solana de los Barros.

Paradero: Desconocido.

Nota: Helmut Schlunk menciona esta pieza por su gran importancia al incluirla entre las diez únicas piezas cristianan halladas en España de influencia griega.

La inscripción reproduce el primer versículo del libro V de la Eneida. Monsalud publicó en el Boletín de la Real Academia del año 1901 una inscripción de una baldosa de barro procedente de Aceuchal, la traducción del texto la realizó según la inscripción obtenida por un calco que decía: INTERFAMDEIF  / ILVMENEASIANA / CLASSETENE / R A T. “Falleció la sierva de Dios Filúmene Asiana el día primero de septiembre del año 462”. En 1906 publicó la inscripción de la pizarra procedente de Solana muy parecida a la de Aceuchal pero como se puede comprobar con una traducción distinta. Según Mallon y Marín la inscripción de Solana era falsa puesto que era muy idéntica a la de Aceuchal salvo algunos detalles como la falta del crismón final por haber trabajado Monsalud con un calco incompleto. Los dos autores se preguntan el por qué de publicar dos veces la misma inscripción como si se tratase de distintas piezas; por un lado explican que quizás el marqués no se dio cuenta de que la pizarra era falsa y que el texto ya lo había trascrito erróneamente años atrás, o por otro lado que el marqués fuese completamente cosciente de que se trataba de la misma inscripción y dándose cuenta de su transcripcción y traducción equivocada decidió publicarla como una distinta antes que admitir que publicó un trabajo mal realizado. 

 

12. LÁPIDA:

 

Material: Pizarra negra. 

Trascripción:

Traducción:   “Eva regocíjate é ilumínate de Cristo.” [25]

Origen: Solana de los Barros.

Paradero: Desconocido.

Nota: La lápida estaba rota en el lado izquierdo. El lenguaje utilizado es muy rústico propio de la plebe que hablaba troncando la pronunciación con arreglo a al afinidad de las consonantes. Al principio de la inscripción aparece el signo cristiano del áncora, símbolo de la esperanza en relación con las palabras dichas por San Pablo en su epístola a los Hebreos (VII-19). 

 

13. TEJA PLANA:

 

Material: Barro cocido.

Medidas: 56 cms de anchura y 42 de altura.

Traducción: “Alio Bebio, siervo de Dios, de 27 años.”  [26]

Origen: Solana de los Barros.

Paradero: Desconocido.

Nota: Monsalud pensaba que la inscripción podría ser del siglo V. Mallon y Marín dicen que la inscripción no es de Solana sino de Villafranca descubierta en 1905. La inscripción sirvió de modelo para hacer una falsa que fue entregada a Monsalud que la publicó en ese mismo año. El falsificador se quedó con la original que la entragaría al marqués en 1908  atribuyéndole procedencia de Solana; una vez más el estudioso publicó por segunda vez una misma inscripción sin darse cuenta que las diferencia con las de Villafranca eran mínimas. La teja falsa decía:  † AELIVS BEBIVS / FAMVLVS DEI /  ANVS XXVII. La traducción según Monsalud “Elio Bebio, siervo de Dios, de 27 años”

14. FRAGMENTO DE TEJA PLANA:

 

Material: Barro cocido.

Medidas: 30 cms de anchura y 14 de altura. 

Traducción:

Conde Marciano, siervo de Dios, de 21 años de edad.” [27]

Origen: Solana de los Barros.

Paradero: Desconocido.

 

Como ya hemos comentado anteriormente no se conoce ningún elemento propio de la cultura islámica en nuestra zona, aunque junto al límite del término municipal de Solana,  dentro del término municipal de Badajoz, existe dos torreones de una atalaya musulmana posiblemente del siglo XII  realizados con mampostería, ladrillo y argamasa y restos de la línea de muralla realizado con piedras colocadas a hueso.

 

 

De la Edad Media Cristiana tenemos noticias de hallazgos de monedas medievales en la zona sur de la población donde se originó el pueblo.

 

Los yacimientos  de época moderna y contemporánea están ubicados en lugares como la Dehesa de Solana y los Cortinales. Se trata de asentamientos en zona de viñedo de época moderna que se corresponden con los siglos XVII y XVIII en los que se aprecian en superficie gran cantidad de fragmentos de utensilios cerámicos de uso doméstico y material de construcción. El nivel de conservación del material arqueológico  es bastante deficiente debido sobre todo a los agentes humanos que han llevado actuaciones de expolio para aprovechar en material de construcción y a las labores agrícolas.

 

Y por ahora concluimos este sencillo repaso por los vestigios arqueológicos del término municipal de Solana de los Barros.

 

 

 

NOTAS:

  • [1].GARCÍA SANDOVAL, E.: “Villa romana del paraje de Panes Perdidos en Solana de los Barros”, R.E.E., n° XXIV, Badajoz, 1968, pp. 135-136.
  • [2] ÁLVAREZ MARTÍNEZ, J.M., Y NOGALES, T.: “Los mosaicos de la villa romana de "Panes Perdidos". Solana de los Barros (Badajoz)”, Revista Anas, n° 7 y 8, Mérida, 1995, pp. 89-106.
  • [3] GARCÍA IGLESIAS, L.: El noble estudioso de Almendralejo. “Carta de 10 de Marzo de 1897 de Monsalud al Padre Fita”, p. 81.
  • [4] GARCÍA IGLESIAS, L.: El noble estudioso de Almendralejo. “ Carta del 16 de Marzo de 1897 de Monsalud al Padre Fita,” p. 85.
  • [5] El puteal era un muro de pequeñas dimensiones que rodeaba un lugar sagrado menor donde había caido un rayo. A veces se levantaba un templete  donde se  realizaban sacrificios de ovejas de menos de dos años.
  • [6] GARCÍA IGLESIAS, L.: El noble estudioso de Almendralejo.  “Informe de Monsalud al Padre Fita escrito con anterioridad al 20 de marzo de 1897,” p. 85. y  en  FITA Y COLOMÉ, F.: “Nuevas inscripciones romanas y visigóticas,” B.R.A., T.XXX, Madrid, 1897, pp. 358-360.
  • [7] GACÍA IGLESIAS, L.: El noble estudioso de Almendralejo.  “Carta del 24 de Marzo de 1897 de Monsalud al Padre Fita,” Badajoz, 1997,  p. 87.
  • [8] MALLON, J. Y MARÍN, T.: Las inscripciones publicadas por el Marqués de Monsalud. 1897-1908. Inscripciones visigodas:  258, 259, 267, 289 y 290. En  nuestro trabajo se corresponden con los números 10,11,12, 13 y 14. Madrid, 1951, pp. 125-135.
  • [9] MALLON, J. Y MARÍN, T.: Las inscripciones publicadas por el Marqués de Monsalud. 1897-1908. Madrid, 1951, p. XV.
  • [10] MALLON, J. Y MARÍN, T.: Las inscripciones publicadas por el Marqués de Monsalud. 1897-1908. Madrid, 1951, p. XII.
  • [11] CALLEJO SERRANO, C.: “Inscripciones del Museo de Cáceres publicadas por Marqués de Monsalud y por Mallon y Marín,”  R.E.E.,  T. XXVI, nº 3. Badajoz, 1970, pp. 424-425.
  • [12] CALLEJO SERRANO, C.: “Inscripciones del Museo de Cáceres publicadas por Marqués de Monsalud y por Mallon y Marín”  Revista de Estudios Extremeños,  n° XXVI, Tomo III. Badajoz, 1970, pp 422. 
  • [13] GACÍA IGLESIAS, L.: El noble estudioso de Almendralejo. Badajoz, 1997, p. 33.
  • [14] Monsalud, Marqués de.: “Nuevas inscripciones romanas y visigóticas de Extremadura”,   B.R.A, T.XLVIII, Madrid, 1906,   p. 488, nº 8.
  • [15] Monsalud, Marqués de.: “Nuevas inscripciones romanas y visigóticas de Extremadura”,   B.R.A, T.XLVIII, Madrid, 1906,   p. 488, nº 9.
  • [16] Monsalud, Marqués de.: “Nuevas inscripciones romanas y visigóticas de Extremadura”,   B.R.A, T.XLVIII, Madrid, 1906,   p. 488-489, nº 10.
  • [17] Monsalud, Marqués de.: “Nuevas inscripciones romanas y visigóticas de Extremadura”,   B.R.A, T.XLVIII, Madrid, 1906,   p. 489, nº 11.
  • [18] Monsalud, Marqués de.: “Nuevas inscripciones romanas y visigóticas de Extremadura”,   B.R.A, T. XLVIII, Madrid, 1906,   p. 489, nº 12.
  • [19] Monsalud, Marqués de.: “Nuevas inscripciones romanas y visigóticas de Extremadura”,   B.R.A, T. XLVIII, Madrid, 1906,   p. 490, nº 13.
  • [20] Monsalud, Marqués de.: Epigrafía romana, griega y visigótica de Extremadura y Andalucia,” B.R.A., T. L,  Madrid, 1907, p. 249, nº 4.
  • [21] Monsalud, Marqués de.: Epigrafía romana, griega y visigótica de Extremadura y Andalucia,” B.R.A., T.L,  Madrid, 1907, p. 249, n° 5.
  • [22] Monsalud, Marqués de.: Epigrafía romana, griega y visigótica de Extremadura y Andalucia,” B.R.A., T.L,  Madrid, 1907, p. 250, n° 6.
  • [23] Monsalud, Marqués de.: “Nuevas inscripciones romanas y visigóticas de Extremadura”,   B.R.A, T.XLVIII, Madrid, 1906,   p. 490, nº 14.
  • [24] Monsalud, Marqués de.: “Nuevas inscripciones romanas y visigóticas de Extremadura”,   B.R.A, T. XLVIII, Madrid, 1906,   pp. 490-491, nº 15.
  • [25] Monsalud, Marqués de.: Epigrafía romana, griega y visigótica de Extremadura y Andalucia,” B.R.A., Tomo L,  Madrid, 1907, pp 250-251, n° 7.
  • [26] Monsalud, Marqués de.: Epigrafía romana y visigótica de Extremadura y Andalucia,” B.R.A., Tomo LIII,  Madrid, 1908, pp 37, n° 3.
  • [27] Monsalud, Marqués de.: Epigrafía romana y visigótica de Extremadura y Andalucia,” B.R.A., Tomo LIII,  Madrid, 1908, pp 37-38, n° 4.

Agradecimientos a Carmen Fernández Daza por cedernos las fotografías de los mosaicos y al Museo de Cáceres por permitirnos realizar las fotografías de las piezas de Solana.

TEXTO: Jesús Elías y Julia Montero

FOTOGRAFÍAS: Julia Montero

ARQUITECTURA POPULAR

Vamos a hacer un rápido recorrido por la arquitectura popular de nuestro pueblo, centrándonos en las construcciones destinadas a vivienda. En los siglos pasados las casas más modestas eran espacios reducidos y de poca altura, ya que en muchos casos era el propietario de la futura casa el que la construía ayudado por familiares y amigos. A comienzos del siglo XIX no había más de treinta casas en el pueblo y las más modestas estaban construidas con materiales pobres.

El sistema de construcción más usado era el tapial, realizado con barro recogido en las proximidades, puesto que la tierra no faltaba en la zona y era fácil construir muros gruesos y muy duraderos. 

La mayoría de los elementos necesarios para la construcción de la casa eran fabricados por el constructor y obtenidos del material de la zona como piedras, palos, retamas, etc. 

 


 

Los ladrillos y las tejas para la techumbre frecuentemente eran fabricados y cocidos en hornos del pueblo, aunque a veces se sustituían las tejas por retamas porque eran más económicas. Los techos se abovedaban con ladrillos y otras veces con palos y tablas de madera.

Las ventanas por lo general eran pequeños huecos casi sin poyos y en algunas ocasiones se colocaban rejas realizadas en las fraguas locales; pero sin duda el elemento más característico era el corral existente en las antiguas casas del pueblo y que se situaba al fondo de la vivienda. 

Los muros tanto del interior como del exterior solían ir encalados. En cuanto a las puertas y ventanas habitualmente eran vanos adintelados y de alturas variables, normalmente en la puerta principal se colocaba un umbral para evitar la entrada de la lluvia. Las hojas de las puertas y ventanas eran de madera, que se pintaban para preservarlas de los rigores climáticos y además tenía una función decorativa.

Puerta con gatera
Puerta con gatera

En las puertas se abría un postigo, que era una pequeña ventanita que solía permanecer abierta la mayor parte del tiempo; para cerrarlas se usaba la tranca por el interior y se echaba la llave en el postigo.

En algunos casos también se abrían gateras en la parte baja de las puertas, sobre todo en las interiores, para que los gatos tuvieran libre acceso por la casa y eliminar ratas, ratones y otros.

Los balcones eran elementos propios de las grandes casas, aunque también los encontramos en algunas casas más pequeñas y solían abrirse al exterior mediante una balconada de hierro.

 


Pilón
Pilón

El patio era otro espacio muy frecuente en las casas más grandes y servía como lugar de transición entre la casa y el corral. En este patio se solía situar un pozo que servía de abastecimiento para toda la casa y junto a él se situaba un pilón para que abrevaran los animales, también era habitual que en este patio hubiese árboles frutales y emparrados que daban sombras y refrescaban el ambiente.


Desgraciadamente en la actualidad la mayoría de las casas que existen en el pueblo son de reciente construcción y las más antiguas han sufrido grandes remodelaciones que han cambiado su aspecto original; pero a pesar de todo aún podemos encontrar algunas casas que se han conservado casi íntegramente desde su construcción. Hemos clasificado estas casas en tres tipologías, propuestas por Alberto González Rodríguez, teniendo en cuenta sus características estructurales. Así vamos a encontrarnos en nuestra población una mayoría de casas que se integran dentro de “la casa de media colada”, “la casa de colada entera” y “la gran casa de colada”. 

 

Además de centrarnos en los aspectos constructivos también haremos un recorrido por los aspectos decorativos más significativos de algunas casas. No obstante debemos tener en cuenta que la decoración no es muy rica ni tampoco muy variada y que generalmente depende de la tipología de la casa; de este modo podemos observar que las casas de coladas enteras de dos plantas y las grandes casas de coladas se permiten cierto lujo decorativo, debido a que pertenecían a la gente más pudiente del pueblo, mientras que las medias casas y las casas enteras de una sola planta eran de las personas con una economía más modesta y apenas tenían decoración. 


 

El elemento más común era el típico encalado o blanqueado que lo consideramos decoración por darle a la casa un aspecto más vistoso, aunque en realidad era un elemento que preservaba a la casa de las humedades, de los rigores climáticos y además  proporcionaba medidas higiénicas. En algunas ocasiones estas casas encaladas contaban con un zócalo, que fue incorporado al mundo rural de esta zona por los emigrantes que volvieron al pueblo. Este zócalo no solía superar el metro de altura y normalmente servía como guía la altura de las ventanas. La finalidad de estos zócalos era la de resguardar la fachada de suciedades, humedad o simplemente ornamental. La cinta o recerco es un elemento decorativo relacionado con el zócalo que solía enmarcar las puertas y ventanas; cuando la casa llevaba zócalo y recerco solían ir del mismo color.

Otro elemento que en cierto modo podemos llamar decorativo son los azulejos utilizados en las fachadas de un gran número de casas construidas o reformadas en las últimas décadas del siglo XX. El azulejo utilizado para decorar la fachada es muy frecuente en el sur de Extremadura y en ciertas zonas de Portugal; no sabemos exactamente su origen pero son muchas las casas de nuestra población que cuentan con este elemento decorativo. La disposición de los azulejos en la fachada es muy variada y responde normalmente a las necesidades o gustos de los propietarios; así nos podemos encontrar zócalos de diversas alturas, zócalos con recercos en ventanas y puertas, o toda la fachada cubierta de azulejos, utilizándose en este caso dos colores distintos, es decir, unos azulejos de un color más oscuro para zócalos y recercos y otros más claros para cubrir el resto del muro. La explicación del uso de estos azulejos, hay que buscarla en la intención de proteger los muros de la casa de humedades y también por la comodidad, ahorro de tiempo y dinero que supone, pues se evita el encalado o pintado anual.

 

El revoque de los muros es otra técnica usada en varias casas de la localidad y consiste en aplicar al muro una capa a base de arena y cal para protegerlo de la humedad y no es necesario encalarlo. Este revoque puede aparecer cubriendo la fachada sin ningún tipo de decoración o presentando una decoración variada mediante una técnica similar al esgrafiado en el acabado, pero distinta en el proceso de realización. La decoración más frecuente de estas casas revocadas era la imitación de sillares, realizados con una herramienta conocida como llagador  o “llaguero” que se utilizaba para realizar las juntas, también podemos observar hexágonos y otras figuras geométricas.

La decoración figurativa se realizaba con plantillas, quedando la figura en positivo con enlucido fino sobre el revoco. Cuando contemplamos una casa con los muros decorados con la imitación de “falsa sillería” da la impresión de estar construida con sillares de piedra y le da a la casa un aspecto de solidez. Podemos afirmar que esta técnica fue una de las más usadas para decorar las fachadas revocadas de las grandes casas del pueblo, habiéndose contabilizado en la actualidad un gran número de casas que presentan esta decoración o que la tuvieron originalmente. La mayoría de estas casas se encuentran en la avenida de Extremadura, pero también en la calle Cáceres, calle Fuente o calle Santa Bárbara, el propio ayuntamiento y el cuartel de la guardia civil también contaban con esta decoración. 

 

La casa de media colada

 

 La casa de media colada, también conocida como media casa, era la más sencilla; en la fachada se abría una puerta y una ventana, la ventana solía ser de pequeñas dimensiones para evitar la insolación en los calurosos meses de verano. La puerta daba directamente a un pasillo a través del cual se conducía a los animales al corral y a la cuadra situada al fondo de la casa. 

 

 

Las habitaciones estaban ubicadas a un sólo lado del pasillo, las destinadas a dormitorio no eran más de dos y estaban más próximas a la calle. En muy pocas casas existía una sala o comedor, mientras que en ninguna faltaba la cocina con chimenea, que por lo general estaba ubicada al final de la zona habitable, con salida directa al corral.  

 

 

 

Eran casas de muy poca altura y  muy pocas tenían doblado o puerta falsa. Dentro de esta tipología incluimos un gran número de casas que se encontraban en las calles Espronceda, Doctor Fleming, Fuente, Ebro, etc.

Como ejemplo más significativo de estas casas mencionamos la casa número 26 de la calle Fuente por ser la más representativa dentro de la tipología de la “media casa”. La casa conserva en gran medida su estado original, su fachada principal es una de las más sencillas del pueblo contando con una pequeña puerta con arco rebajado situada a la izquierda y una ventana adintelada en la derecha de la fachada, la casa está encalada y carece totalmente de decoración. 

 

La casa de colada entera

 

La casa de colada entera solía ser también muy sencilla; en la fachada se abría una puerta situada en el centro de ésta y dos ventanas una a cada lado de la puerta, en ocasiones estas casas podían tener una puerta falsa situada en un lado de la fachada o en la parte de atrás de la casa. Las habitaciones se distribuían a ambos lados del pasillo central. En cuanto a la altura encontramos tanto casas de una sola planta como de dos. 

 

Muchas de estas casas tenían doblados de pequeña altura a los que no se podía acceder y tenían como finalidad  preservar la casa del frío o del calor dependiendo de la época del año. Cuando tenían dos plantas solía tratarse de un pequeño doblado para almacenar el grano o servir de trastero. Las ventanas que se abrían en esta segunda planta habitualmente eran de escasas dimensiones, pero también había otras donde se abrían amplias ventanas balconeras e incluso balcones. Por lo general estas casas prescindían de decoración en el exterior aunque también nos encontramos con fachadas que usaban distintos tipos de decoración. Dentro de esta tipología también existían casas enteras que seguían la disposición de las medias casas, es decir, que tenían la puerta a un lado y dos ventanas en el otro lateral de la fachada de tal modo que las estancias se distribuyen a un solo lado del pasillo.

Dentro de nuestra población las “casas enteras” eran muy frecuentes, siendo las casas de un sólo piso las más abundantes, pero también podían tener dos plantas, aunque la mayoría han sufrido grandes cambios. Las casas enteras de una sola planta eran muy sencillas presentando en el exterior muros encalados y sin elementos decorativos, aunque en algunos casos tenían los típicos zócalos y recercos tan propios de esta zona. No hacemos referencias a ninguna de estas casas porque básicamente siguen las características típicas ya comentadas y no hay ninguna que destaque de modo especial.

 

La casa de colada entera con dos plantas tenía las mismas características que la de una sola planta. En las casas más antiguas esta segunda planta estaba destinada a almacén con divisiones en trojes, pero en la actualidad muchas se han habilitado para formar parte de la vivienda. En esta segunda planta se abrían sencillas ventanas para dar luz y ventilar el piso.

Dentro de las casas enteras con dos plantas tenemos otro grupo que se diferencia del anterior por presentar una fachada con una decoración diferente y tener ventanas balconeras o balcones voladizos en la segunda planta. 

 

 

 

Dentro de este grupo se incluyen un gran número de casas, pero sólo tomaremos como ejemplo más representativo dos de estas casas. Una de estas casas se sitúa en el número 17 de la Avenida de Extremadura.

 

 

 

La distribución interior sigue el modelo ya comentado de pasillo central con habitaciones situadas a cada lado de éste y sin olvidar el típico zaguán o portón muy habitual en estas casas enteras. Este zaguán se sitúa tras la puerta principal a modo de recibidor, separado del pasillo por una cancela de hierro, también podía ser de madera y acristalada. No falta el patio y el corral con la correspondiente cuadra y la puerta falsa situada en una calle trasera.


 

 

La segunda planta conserva todavía en la actualidad trojes, que eran unos apartados limitados por tabiques de media altura donde se almacenaba el grano para los meses de invierno.

 

 

 

 

En el centro de la fachada se abre una puerta con arco rebajado y grandes ventanas adinteladas que bajan hasta la parte inferior del zócalo y sobre ellas  guardapolvos de línea recta; la ventana de la izquierda tiene un mirador o cierro de madera, que suele ser más frecuente en balcones. La puerta está rodeada de un ancho recerco en relieve que presenta en la parte superior decoración vegetal a base de tallos con hojas y en los lados una estrella de cuatro puntas inscrita en un círculo con una técnica similar al esgrafiado.

 

 

La segunda planta está diferenciada de la primera por una platabanda horizontal que recorre toda la fachada decorada con motivos geométricos. En esta planta se abren tres balcones adintelados y voladizos con barandillas de hierro, están rodeados por un recerco decorados con elementos florales y geométricos. En los dos pisos se disponen sencillas pilastras y remata en un estético paño de baranda con la misma línea decorativa ya comentada. Por último destacar la fachada revocada y decorada con falsa sillería que cubre todo el muro y le aporta una imagen de sobriedad y robustez a la casa.

 

 

Otro ejemplo de casa entera es la situada en el número 11 de la Plaza de España que destaca por su fachada, ya que su estructura interna sigue la tipología ya comentada. El aspecto actual de la casa se debe a una reforma sufrida hace algunos años y que ha respetado en cierto modo la fachada original, aunque se ha ampliado por el lado izquierdo con el añadido de otra casa contigua.

 

 

En el centro de la fachada principal se abre una puerta, con arco de medio punto con arquivoltas, flanqueada por pilastras con capiteles policromados en los que destacan las volutas y el busto de un putti alado.

 

La segunda planta, diferenciada de la primera por medio de una imposta horizontal, cuenta con tres balcones voladizos con barandilla de hierro; la ventana central con arco de medio punto y la misma decoración que la puerta. Otro motivo decorativo son los azulejos vidriados con decoración vegetal y geométrica que se disponen sobre los vanos de la segunda planta y sobre la puerta. La fachada concluye en un antepecho a modo de falsa terraza con balaustrada de cerámica vidriada.

 

La gran casa de colada

 

Estas casas eran de grandes dimensiones y tenían dos plantas. Dentro de esta tipología encontramos varios modelos, aunque generalmente seguían el esquema de situar la puerta en el centro de la fachada principal y a cada lado grandes ventanas rectangulares que variarán en número y disposición dependiendo de la extensión de la casa. Estas ventanas solían ocupar gran parte de la fachada, es decir que predominaba la verticalidad llegando a la altura del suelo. En el interior se ubicaba el pasillo central alrededor del cual se distribuían un gran número de dependencias. Era bastante habitual que en estas casas existieran dos habitaciones que se comunicaban llamada “sala y alcoba”; la sala daba hacia la calle, mientras que la alcoba estaba más resguardada. 

 

El segundo piso destacaba por sus amplias ventanas balconeras o balcones que daban la impresión de tratarse de una segunda planta acondicionada para vivienda, pero en la mayoría de los casos su función era la de almacén o trastero. Otra característica común de esta tipología es que contaba con la llamada “puerta falsa”, una puerta de servicio por la cual entraban el ganado y los carruajes y solía estar en la parte trasera de la casa o en uno de los laterales. 

 

 

Además de la cuadra y cochera también podía haber carbonera, pajar, gallinero, zahúrda, esterquera, horno, huerto, tinahón (que era el lugar donde se guardaban las tinajas para almacenar aceite y vino), etc.

 

 

Dentro de la gran casa de colada hacemos mención a la casa que se ubicaba donde hoy se encuentra la Caja de Ahorros de Badajoz y otras casas de nueva construcción. La casa fue derribada a finales de los años ochenta, era una gran casa de colada con dos plantas. 

La primera planta tenía un gran número de ventanas adinteladas y en la segunda planta tenía algunos balcones con barandillas, que daban la sensación de estar construidos en piedra, decorados con un busto central que portaba casco y coraza inscrita dentro de una elipsis. 

 

 

Como segundo ejemplo de gran casa de colada tenemos la casa situada en el número 12 de la avenida de Extremadura. Hacemos referencia a ella sobre todo por su fachada singular debido a la decoración que presenta, aunque en cierto modo con ciertas similitudes a la casa número 11 de la plaza de España como son las pilastras, los listeles de azulejos y la balaustrada de cerámica vidriada; pero también destaca por su estructura interna, que no sigue las características típicas de las casas de esta zona en las que las dependencias se disponen alrededor del pasillo central, sino que en este caso las dependencias se distribuyen alrededor de un patio central al estilo de las casas andaluzas. 

 

 

La casa se levanta con dos plantas, la zona central de la fachada ocupada por la puerta principal y una ventana, ambos vanos con arco de medio punto enmarcados con un recerco de ladrillo visto y azulejos vidriados y en cada extremo se dispone una ventana adintelada de grandes proporciones que baja hasta la altura de zócalo. 

 

La segunda planta diferenciada de la primera mediante una moldura horizontal doble y sobre ella cuatro balcones con recercos de ladrillo visto; los dos centrales comparten balcón saledizo y barandilla de hierro rematando en frontones de ladrillo en cuyos vértices se dispone incrustado en la pared un elemento decorativo a modo de pináculo de cerámica. Los dos balcones laterales terminan en un elemento de perfiles sinuosos con venera central que remata en los extremos en pequeños motivos similares a los pináculos de los balcones centrales. 

 

Otro elemento ornamental que presenta la fachada son los listeles de azulejos vidriados con decoración figurativa y vegetal colocados sobre cada uno de los vanos de ambas plantas, a excepción de la puerta falsa y de la ventana que hay sobre ella. Como última referencia decorativa mencionar el antepecho con balaustrada de cerámica vidriada cuya parte central se adorna con roleos de cerámica esmaltados en color rojizo y culmina este antepecho en pináculos de cerámica vidriada.

En el lateral derecho de la fachada se dispone la puerta falsa adintelada y en la segunda planta una ventana adintelada, tanto la puerta como la ventana están flanqueadas por largas pilastras de ladrillo visto con capiteles cerámicos esmaltados con decoración vegetal. 

Por último señalar como excepción la existencia de una tercera planta; en realidad se trata de un pequeño mirador de estructura cuadrangular con vanos adintelados y geminados por una columna central con capitel decorado.


 

Otra gran casa de colada se encuentra en el número 21 de la calle Santa Bárbara; el interior se estructura con pasillo central y habitaciones a ambos lados.

La fachada cuenta con una puerta de arco rebajado situada en el centro y dos ventanas rectangulares de grandes proporciones a cada lado que llegan hasta la altura del zócalo y sobre ellas guardapolvos sinuosos.

En la segunda planta diferenciada de la primera por una imposta horizontal; se abren cinco balcones voladizos y la fachada remata en un sencillo antepecho. Por último destacamos la falsa sillería repintada que aún conserva en la planta baja.

 

Como se puede comprobar no destaca nuestra población por tener una arquitectura popular singular, y las pocas casas que podían tener algún interés especial con el paso de los años van desapareciendo. Pero si damos un paseo por el pueblo siempre nos podremos sorprender con algún pequeño detalle que había pasado desapercibido tras años de pasar por las mismas calles sin contemplar lo que vemos.

 

Bibliografía:

 

GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, A.: Las poblaciones de la Baja Extremadura, Badajoz, 1993.

GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, A.: El habitat el la Baja Extremadura. Núcleos y construcciones, Madrid, 1990.

GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, A.: Extremadura popular casa y pueblos, Mérida, 1990.

GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, A.: “La casa rural tradicional en la baja Extemadura: morfología y función”, R.E.E., T.XLIII, Badajoz, 1987, pp. 781-825.

GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, A.: Las poblaciones de la Baja Extremadura. Arquitectura popular y urbanismo, Badajoz, 1986.

 

Texto y fotografías: Julia Montero García



 

EL PILAR

Debemos imaginar la existencia del manantial de agua dulce desde épocas muy remotas, pero su utilización como Pilar seguramente no se produce hasta finales del siglo XV, tras la carta puebla del Duque de Feria.


Los primeros registros documentados que se conocen datan del siglo XVI cuando se hace referencia a la existencia de esta fuente en las Ordenanzas del Concejo y en los deslindes de las cañadas ganaderas de la Mesta. Sabemos de la existencia de una reforma, o remodelación, efectuada en el año 1784 por el Concejo de Solana, y que estableció la estructura y apariencia general que ha llegado hasta nuestros días.

 

Se encuentra a las afueras de la población en el "camino viejo de Aceuchal". Su función principal era la de abastecer de agua al ganado, aunque también se usaba para el consumo doméstico. El pilar está construido con mampostería y ladrillo enlucido, careciendo de decoración. Consta de un muro vertical donde se situaba antiguamente un caño y la parte superior remata de forma sinuosa y escalonada. En la actualidad se ha sustituido el antiguo caño por dos grifos que vierten agua en un pequeño receptáculo cuadrado que tiene un desagüe por el que derrama el agua al gran pilón rectangular que servía de abrevadero para los animales, principalmente mulas, caballos y burros. El agua sobrante se canalizaba por debajo del camino para facilitar su desembocadura en la Ribera del Guadajira.

 

En 1953 se efectuó una restauración del Pilar que le dotó del lucido y encalado que presenta en la actualidad, donde además se colocaron en su frontal las placas de azulejos con las fechas de ambas reformas y en la última reforma realizada en el 2008 se hicieron algunas mejoras en su entorno.

 

 

Texto: Jesús Elías Becerra y Julia Montero García.

 

Fotografía: Julia Montero García.