Cuantas veces nos hemos desplazado a Almendralejo por motivos de diversa índole y casi ni hemos reparado en los edificios y lugares que dejamos a un lado a nuestro paso. Son lugares muy conocidos para la mayoría: el parque y la ermita de la Piedad, la iglesia de la Purificación, el conventual de San Antonio, el palacio de Monsalud, la plaza de toros, el convento de la Clarisas, etc. Pero hay fachadas de casas, fuentes y rincones que merecen un poco de atención, incluso de hacerles alguna foto.

Vamos a empezar el paseo por la plaza de toros, construida en el siglo XIX. Se restauró a principios del siglo XX usando el estilo neomudéjar que presenta en la actualidad. Años más tarde la sociedad de la plaza fue comprada por el bodeguero Alfonso Iglesias Infante que construyó debajo del graderío una bodega por tenerunas condiciones de temperatura y humedad idóneas para la  conservación del vino.

Continuamos el paseo por la calle Ricardo Romero hacia el convento de San Antonio, antiguo convento de frailes franciscanos construido en el  siglo XVII; en su interior destaca la colección del marqués de Monsalud formada por piezas arqueológicas de las culturas romana, visigoda, árabe y cristiano-medieval.

Siguiendo nuestro paseo hacia el ayuntamiento pasamos por los jardines de Santa Clara para hacer un pequeño descanso contemplativo del paisaje. Llegamos al palacio de Monsalud, edificio del siglo XVIII y nos fijamos en el escudo situado en la esquina de su fachada. Entramos en el palacio dónde nació el poeta José de Espronceda, hoy sede del ayuntamiento, y veremos su bonito patio central.

En la calle Ricardo Romero se ubica el convento de clausura e iglesia de Santa Clara, fundados en 1702, se construyeron sobre la casa de la fundadora y otras casonas. El edificio tiene una sobria fachada encalada rematada en una espadaña barroca con tres vanos. Al lado se encuentra la casa-palacio de los marqueses de la Encomienda, cuyo gran patio central se puede apreciar desde la entrada. En la misma calle está el antiguo conservatorio de música con una curiosa fachada con decoración figurativa.

Seguiremos nuestro paseo por los alrededores, donde palacios y casas solariegas son testigos del pasado señorial de la localidad. Uno de ellos es el palacio del Conde de Osilo, construido a principios del siglo XVI, observamos el escudo y una escultura alegoría de la Justicia. Muy cerca, el palacio de los Condes de la Oliva, edificio reformado interiormente pero que conserva todavía la fachada.

Bajando por la calle Real hacia la Plaza de Espronceda nos encontramos con tres edificios de comienzos del siglo XX: El Círculo Mercantil, el teatro CarolinaCoronado y la sociedad El Obrero Extremeño. El Círculo Mercantil o casino se construyó en 1924 como Gran Hotel de España. Es un edificio de tres plantas con fachada de aire clasicista que se asemeja a la del Teatro Carolina Coronado. En el interior conserva la decoración pictórica a cargo del importante pintor extremeño Adelardo Covarsí.

El teatro Carolina Coronado fue construido en 1916, su fachada tiene cierto sabor modernista reflejado en las vidrieras emplomadas. Destacan los frescos de Adelardo Covarsí con temas mitológicos.

El edificio del Obrero Extremeño se levantó en 1930, donde se instaló la Sociedad Cooperativa del Obrero Extremeño creada en 1895 con una finalidad recreativa y cultural. 

Además de los palacios que ya hemos vistos existen varias casas de interés situadas en la calle Ricardo Romero, calle Reina Victoria, calle Becerros, calle Reyes Católicos, calle Juan Carlos I, calle Luis Chamizo, calle Mérida, calle Mártires, calle Judería, calle Zurbarán, etc. La mayoría de estas casas cuentan en su fachada con el escudo familiar y un zaguán que se comunica con un gran pasillo alrededor del cual se disponen las distintas dependencias. Destacamos por su singularidad la casa que se encuentra en la calle Monsalud conocida como “casa de Torrico”; llama la atención su fachada de estilo neoárabe.

En la plaza del Sol se encuentra la fuente La negra, se construyó a finales del siglo XIX sobre el mismo lugar donde se ubicaba la ermita de los Mártires. En cuanto a su nombre existen varias leyendas, una de ellas dice que su nombre le viene de una mujer negra hija de esclavos que fue recogida por los frailes franciscanos y que siguió viviendo en el convento después de la marcha de los frailes, y la más creíble es que la fuente tenía en la zona superior una figurilla negra que sostenía un cántaro y del cual emanaba el agua.